"Grandes enigmas y misterios de la humanidad"
Filosofía, arte, esoterismo e historia.


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¡Nota Importante!
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Los jóvenes hegelianos

Los jóvenes hegelianos (Junghegelianer), más tarde conocidos como izquierda hegeliana (Linkshegelianer), eran un grupo de estudiantes y jóvenes profesores de la Universidad Humboldt de Berlín seguidores del trabajo de Georg Hegel.

Ellos se oponían a otra corriente hegemónica llamada derecha hegeliana que dominaban los estamentos universitarios y gubernamentales. Esta derecha hegeliana opinaba que la serie de eventos históricos de la dialéctica hegeliana se habían completado en su sociedad, y que el estado y la sociedad prusianos tal como existían eran la culminación de todos los cambios dialécticos (mencionaban el alto grado desarrollo del Estado, la presencia de universidades importantes, desarrollo económico y altas tasas de empleo). A diferencia de esta visión positiva y nacionalista del estado prusiano, los jóvenes hegelianos opinaban que muchos otros cambios dialécticos habrían de suceder, y que la sociedad prusiana del momento estaba lejos de la perfección puesto que contenía bolsas de pobreza, censura gubernamental, y discriminación religiosa de los no luteranos.

Los jóvenes hegelianos nunca fueron reconocidos por las universidades debido a sus visiones radicales de la religión y la sociedad. Por eso no es de sorprender  que varios de los profesores estuviesen obligados a dimitir.

Dibujo de Zeichnung von Friedrich Engels en el cual de izquierda a derecha aparecen:
Arnold Ruge, Ludwig Buhl, Karl Nauwerck, Bruno Bauer, Otto Wigand, Edgar Bauer,
Max Stirner, Eduard Meyen, dos incógnitas y Friedrich Koppen como teniente de más
a la derecha que se sienta en la mesa.

La historia de los jóvenes hegelianos empieza en 1835 con un libro sumamente controversial e influyente de David Strauss llamado La vida de Jesús. En este texto, Strauss da una interpretación de los evangelios y de la vida de Jesús que partiendo de las premisas filosóficas de Hegel rechaza tanto las conclusiones de éste mismo como la visión oficial al respecto. Así, por vez primera Hegel es vuelto contra sí mismo y contra el orden establecido. Para Strauss la figura de Jesús, cuya existencia misma es puesta en duda, personificaba el grado de autoconciencia que la humanidad había alcanzado en ese entonces. De esta manera se humaniza tanto a Dios como a Jesús y es la humanidad, como sujeto colectivo de la historia, la que pasa al primer plano. Así lo dice Strauss:

Seamos fieles a la idea de la unidad entre lo divino y lo humano pero no busquemos su realización en un solo ser despojando a todos los demás de la misma sino en toda la humanidad: es en la diversidad de los seres singulares, que se completan unos a otros y juntos forman una totalidad, que esta unidad se hace real de una manera inmensamente superior que si la concebimos como encerrada y acabada en un solo ser. En la humanidad Dios se ha hecho hombre no una vez sino infinitamente; en ella Él vive la plenitud de su fuerza.

Strauss resume este razonamiento tan hegeliano de una manera drástica: “la humanidad es Cristo”. El escándalo fue inmediato. C. A. Eschenmayer de Turingia describe a Strauss como un nuevo Judas y los luteranos ortodoxos, con el catedrático de Berlín E. W. Hengstenberg a la cabeza, lo condenan resueltamente. Se escriben artículos a favor y en contra de Strauss y el gobierno investiga la posibilidad de intervenir contra un teólogo tan heterodoxo. De esta manera los hegelianos se ven obligados a tomar partido y los defensores de Strauss pasan a formar el núcleo del cual surgiría el hegelianismo joven. Esto no quiere decir que haya sido este libro el que haya creado la división dentro del campo hegeliano. La misma, tal como lo dice McLelland, existía ya, pero de forma más bien latente. La polémica en torno a la obra de Strauss vino a sacarla a la luz y a radicalizarla enormemente, creando, además, un sentido de cuerpo entre ambos bandos enfrentados.

El filosofo y teólogo Bruno Bauer, el cual dio un nuevo paso en la crítica de la religión como falsa forma de la conciencia, consideraba los dogmas evangélicos como manifiestas ficciones y la personalidad de Jesús como una invención.

Las teorías de los jóvenes hegelianos son de interés por constituir, tomando la religión como modelo, el primer intento de analizar la conciencia colectiva en calidad de estructura social (ideología). Su interés se centraba en la cuestión de cómo surgen y alcanzan fuerza obligatoria falsas representaciones sobre la sociedad. Strauss explicaba este hecho por la estabilidad tradicional de las concepciones mitológicas; Bauer veía la raíz de dicho fenómeno en la "alienación" de los productos de la "autoconciencia" individual, en el hecho de que los productos de la mente humana empiezan a examinarse como abstracciones independientes de la misma.

El análisis crítico de la teoría idealista llevado a cabo por los jóvenes hegelianos puso de manifiesto la limitación del análisis puramente inmanente de la conciencia social, hizo ver la necesidad de investigar las relaciones sociales materiales, de inferir de estas últimas la vida espiritual de la sociedad.

Aunque el filosofo Ludwig Feuerbach ya había vio hasta cierto punto de esa necesidad. Los que llevaron a cabo la tarea fueron Karl Marx y Friedrich Engels, que participaron en el movimiento de los jóvenes hegelianos a comienzos de la década de 1840, aunque llegaron a una concepción radicalmente nueva del desarrollo social, a la teoría del materialismo histórico. Ya que a pesar de que Marx aceptaba algunas de las ideas de Feuerbach (la crítica a Hegel, su reivindicación de la corporeidad y de la percepción, su idea de Dios como invención humana, su tesis de la alienación religiosa), también rechazaba algunos aspectos importantes de su filosofía:

· Marx creía que la crítica de Feuerbach a la religión era inadecuada porque este filósofo no consiguió entender cabalmente la razón última de la aparición de la religión, que para Marx es la existencia de explotación económica, de la alienación básica consecuencia de la explotación del hombre por el hombre;

·  Feuerbach pensó que para la superación de la religión era suficiente su superación intelectual, el desarrollo de una nueva filosofía que mostrase lo absurdo de las creencias religiosas tradicionales; Marx creyó, sin embargo, que esta superación en el mundo del pensamiento no es suficiente, además es preciso cambiar la realidad, cambiar el sistema productivo que ha dado lugar a la alienación religiosa (en la sociedad comunista no existirá la religión pues no existirá la explotación económica);

· Feuerbach creyó que los atributos divinos le corresponden al hombre, no al Dios tradicional, proponiendo algo así como una religión de la Humanidad; Marx no aceptó esta sustitución de Dios por el Hombre como objeto de culto religioso. Sin embargo, muchos autores destacan el paralelismo del marxismo con la religión: culto a los líderes, preocupación por las fuentes o textos de Marx como la que el cristiano tiene respecto de la Biblia, escatología o descripción de un tiempo futuro al que inevitablemente conduce la historia y en donde el hombre cumplirá su destino, gusto por los ritos, cánticos, imágenes y las manifestaciones sentimentales multitudinarias, preocupación por mantener a los seguidores en la ortodoxia y persecución de las interpretaciones consideradas heréticas, fe en la verdad de la propia doctrina y en la inminencia de la revolución... Aunque no es nada descabellada esta interpretación del modo concreto en que muchas personas y sistemas políticos defienden el marxismo, este modo de vivir la doctrina marxiana no coincide con las declaraciones de Marx (el propio Marx criticó irónicamente la lectura dogmática de su pensamiento que ya empezaba a estar presente en su época indicando que él no era marxista).

La inconsistencia de la izquierda hegeliana en tanto que radicalismo burgués resultaba patente sobre todo al subestimar el papel de las masas populares en la historia. Así se ve en los trabajos de Max Stirner, que se convirtió en uno de los precursores del anarquismo. A los jóvenes hegelianos les era extraña la idea relativa a la lucha de clases, a las leyes objetivas del desarrollo social, al papel de las relaciones económicas en la vida de la sociedad. Ya que lo típico de ello era la fraseología revolucionaria, que no pasaba de incluir amenazas liberales hacia las clases dominantes y exigir un freno al desarrollo burgués.

Los jóvenes hegelianos veían al pueblo como "enemigo del espíritu" y del progreso, consideraban que la fuerza motriz de la historia radicaba en "la personalidad que pensaba críticamente". Ideas a las que Marx y Engels criticaron en La sagrada familia y La ideología alemana.



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